miércoles, 14 de octubre de 2009

Chorizan un servidor de Google.

La historia es rocambolesca, pero en eso radica su hilaridad. Es sabido que todo el contenido disponible on line en Internet se almacena en servidores (computadoras de enorme capacidad) repartidos por todo el globo. Es igualmente conocido que estos servidores contienen material de dudosa legalidad (sobre el que las compañías que los mantienen se lavan las manos), por lo que optan por esconderlos en lugares de legislación flexible o inconsistente, como en las reservas indias en territorio americano o en alta mar. Este era el caso de una de las granjas de servidores flotantes de Google, anclada a 200 millas de la costa sahariana. Lo era, hasta que unos piratas mauritanos asaltaron el barco, esperando quizá un suculento botín, y hallando en su lugar a unos cuantos ingenieros yanquis y montones de cajas metálicas con lucecitas parpadeantes.

A partir de aquí se pierde el rastro del servidor Google/XT001, también llamado Google MasterMind. Básicamente, el cerebro de Internet. «Tenemos otros servidores llenos de montajes de vídeos sin gracia, blogs de republicanos y fotos de niñas con comentarios del tipo “AaAaAy, mi Yesi, ké bien nos lo pasemos juntas”», asegura Mike Scampster, portavoz de la compañía, «pero, mira tú, uno de ellos, justamente, contenía el motor de búsqueda de Google: la piedra angular de la empresa y de Internet entero.»

Por supuesto, un ordenador tan valioso no estaba del todo desprotegido: siguió operando en todo momento, y emitiendo una señal GPS que permitió localizarlo, dos meses después... en un contenedor de maquinaria clandestina descargado en el puerto de Cádiz. Los representantes de Google llegaron cinco minutos tarde a la subasta: unos gitanos acababan de adquirir el servidor por veinte euros y cuatro neumáticos viejos.

«Ya hemos iniciado negociaciones con el clan Sirlero-Algueró para readquirir el Google MasterMind a un precio que nos satisfaga a todos», anunció Scampster. «De momento, las cantidades que manejamos aún se cuentan en gallinas, no en dólares. Buena señal: aún no saben el valor de lo que tienen entre manos.»


Noticia procedente de: El Jueves, Manda Huevos.


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